LA VIRGEN EN LA VIDA DE DON BOSCO
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La vida de D. Bosco es un puro milagro de la Auxiliadora en su vida y, desde él, a toda
la inmensa familia salesiana que ha creado para gloria de Dios en el campo de la
juventud pobre y abandonada, en las misiones y en los demás aspectos de la
Evangelización.
Al final de su vida, con salesianos y jóvenes antes de morir, les dijo a todos: “La Virgen
lo ha hecho todo”.
Hay unas páginas introductorias para que nos demos cuenta de los rasgos de su
espiritualidad y sistema educativo, y a continuación, las visiones o sueños que tuvo en
relación con la Virgen María.
El, al explicárselos a los chicos, les llamaba sueños pero, en realidad, eran visiones.
INDICE
1.- Te daré una Maestra (Hija de María Auxiliadora)
2.- Las dos columnas
3.- Pensamientos de D. Bosco
4.- La Virgen le reprende por su silencio
5.- Acerca de la obligación de la limosna
6.- Ricos que llegan a pobres
7.-Los castigos de los pecadores
8.- El Congreso de los diablos
9.- Fórmula segura para ganarse la lotería
10.- Sueño del rosal
11.-Desafío a las nubes
12.- Se le aparece Santo Domingo Savio
13.- Sueño de los 9 años
14.-El emparrado
15.-El pañuelo de la Virgen











16.-La serpiente y el Avemaría
17.-El elefante blanco
18.-La inundación
19. La fe, escudo y triunfo
20.-Las ofrendas simbólicas
21.- Sueño sobre el Infierno
22.- Penas del infierno
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Espero que te sientas a gusto con la lectura meditativa de estos sueños o visiones en las
que la Virgen va moldeando el alma de D. Bosco y de su posterior familia salesiana.
Con afecto, Felipe Santos, salesiano
Málaga- septiembre-2006
Crea un clima capaz de hacer salir de dentro (educere) lo mejor de cada niño, que le predispone a
mostrarse claramente tal como es, que ayuda al joven en la adquisición de hábitos que le permitirán
optar por todo lo que en la vida es bueno, saludable, alegre y prometedor.
“Don Bosco realiza su santidad personal en la educación” (Juan Pablo II, Carta Juvenum Patris, 5).
De esta experiencia surge su praxis pastoral y su estilo pedagógico. Vida espiritual, compromiso
apostólico, método educativo son tres aspectos de una única realidad: el amor, la caridad pastoral que
unifica y mueve toda la existencia: ser en la Iglesia signos y portadores del amor de Dios a los jóvenes.
“Este sistema descansa por entero en la razón, en la religión y en el amor” (Don Bosco).
LA RAZÓN
El término “razón” destaca, según la visión auténtica del humanismo cristiano, el
valor de la persona, de la conciencia, de la naturaleza humana, de la cultura, del
mundo del trabajo y del vivir social, o sea, el amplio cuadro de valores que es como
el equipo que necesita el hombre en su vida familiar, civil y política. En la encíclica
Redemptor Hominis recordé que “Jesucristo es el camino principal de la Iglesia;
dicho camino lleva de Cristo al hombre”.
Es significativo señalar que ya hace más de un siglo Don Bosco daba mucha importancia a los
aspectos humanos y a la condición histórica del individuo, a su libertad, a su preparación para la vida y
para una profesión, a la asunción de las responsabilidades civiles en clima de alegría y de generoso
servicio al prójimo. Formulaba tales objetivos con palabras incisivas y sencillas, tales como “alegría”,
“estudio”, “piedad”, “cordura”, “trabajo”, “humanidad”. Su ideal de educación se caracteriza por la
moderación y el realismo. En su propuesta pedagógica hay una unión bien lograda entre permanencia
de lo esencial y contingencia de lo histórico, entre lo tradicional y lo nuevo. El Santo ofrece a los




















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jóvenes un programa sencillo y contemporáneamente serio, sintetizado en fórmula acertada y
sugerente: ser ciudadano ejemplar, porque se es buen cristiano.
Resumiendo, la “razón”, en la que Don Bosco cree como don de Dios y quehacer indeclinable del
educador, señala los valores del bien, los objetivos que hay que alcanzar y los medios y modos que hay
que emplear. La “razón” invita a los jóvenes a una relación de participación en los valores captados y
compartidos. La define también como “racionabilidad”, por la cabida que debe tener la comprensión,
el diálogo y la paciencia inalterable en que se realiza el nada fácil ejercicio de la racionalidad.
Todo esto, evidentemente, supone hoy la visión de una antropología actualizada y completa, libre de
reducciones ideológicas. El educador moderno debe saber leer con atención los signos de los tiempos,
a fin de individuar los valores emergentes que atraen a los jóvenes: la paz, la libertad, la justicia, la
comunión y participación, la promoción de la mujer, la solidaridad, el desarrollo, las necesidades
ecológicas.
(Juan Pablo II, Carta Juvenum Patris, 10).
RELIGIÓN
El segundo término –“religión”- indica que la
pedagogía de Don Bosco es, por naturaleza,
trascendente, en cuanto que el objetivo último de
su educación es formar al creyente. Para él,
hombre formado y maduro es el ciudadano que
tiene fe, pone en el centro de su vida el ideal del
hombre nuevo proclamado por Jesucristo y
testimonia sin respeto humano sus convicciones
religiosas.
Así, pues, no se trata de una religión especulativa y abstracta, sino de una fe viva, insertada en la
realidad, forjada de presencia y comunión, de escucha y docilidad a la gracia. Como solía decir, los
“pilares del edificio de la educación” son la Eucaristía, la Penitencia, la devoción a la Santísima
Virgen, el amor a la Iglesia y a sus pastores. Su educación es un itinerario de oración, de liturgia, de
vida sacramental, de dirección espiritual; para algunos, respuesta a la vocación de consagración
especial -¡cuántos sacerdotes y religiosos se formaron en las casas del Santo!-, y para todos, la
perspectiva y el logro de la santidad.
Don Bosco es el sacerdote celoso que refiere siempre al fundamento revelado cuanto recibe, vive y da.
Este aspecto de trascendencia religiosa, base del método pedagógico de Don Bosco, no sólo puede
aplicarse a todas las culturas; puede también adaptarse provechosamente a las religiones no cristianas.
(Juan Pablo II, Carta Juvenum Patris, 11)

AMOR
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En fin, desde el punto de vista metodológico, el “amor”. Se trata de una actitud
cotidiana, que no es simple amor humano ni sólo caridad sobrenatural. Denota una
realidad compleja e implica disponibilidad, criterios sanos y comportamientos
adecuados. El amor se traduce en dedicación del educador como persona totalmente
entregada al bien de sus educandos, estando con ellos, dispuesta a afrontar
sacrificios y fatigas para cumplir su misión. Ello requiere estar verdaderamente a
disposición de los jóvenes, profunda concordancia de sentimientos y capacidad de
diálogo. Es típica y sumamente iluminadora su expresión: “Aquí, con vosotros, me
encuentro a gusto; mi vida es precisamente estar con vosotros”. Con acertada
intuición dice de modo explícito: lo importante es “no sólo querer a los jóvenes, sino
que se den cuenta de que son amados”.
El educador auténtico, pues, participa en la vida de los jóvenes, se interesa por sus
problemas, procura entender cómo ven ellos las cosas, toma parte en sus actividades
deportivas y culturales, en sus conversaciones; como amigo maduro y responsable,
ofrece caminos y metas de bien, está pronto a intervenir para esclarecer problemas,
indicar criterios y corregir con prudencia y amable firmeza valoraciones y
comportamientos censurables. En tal clima de “presencia pedagógica” el educador
no es visto como “superior”, sino como “padre, hermano y amigo”.
En esta perspectiva, son muy importantes las relaciones personales. Don Bosco se complacía en
utilizar el término “familiaridad” para definir cómo tenía que ser el trato entre educadores y jóvenes.
Su larga experiencia le había llevado a la convicción de que sin familiaridad es imposible demostrar el
amor, y que sin tal demostración no puede surgir la confianza, condición imprescindible para el buen
resultado de la educación. El cuadro de objetivos, el programa y las orientaciones metodológicas sólo
adquieren concreción y eficacia si llevan el sello de un “espíritu de familia” transparente, o sea, si se
viven en ambientes serenos, llenos de alegría y estimulantes.
A propósito de esto conviene recordar, por lo menos, el amplio espacio y dignidad que daba el Santo al
aspecto recreativo, al deporte, a la música y al teatro o –como solía decir- al patio. Aquí, en la
espontaneidad y alegría de las relaciones, es donde el educador perspicaz encuentra modos concretos
de intervención, tan rápidos en la expresión como eficaces por la continuidad y el clima de amistad en
que se realizan. El trato, para ser educativo, requiere interés continuo y profundo, que lleve a conocer
personalmente a cada uno y, simultáneamente, los elementos de la condición cultural que es común a
todos.
Se trata de una inteligente y afectuosa atención a las aspiraciones, a los juicios de valor, a los
condicionamientos, a las situaciones de vida, a los modelos ambientales, y a las tensiones,
reivindicaciones y propuestas colectivas. Se trata de comprender la necesidad urgente de formar la
conciencia y el sentido familiar, social y político, de madurar en el amor y en la visión cristiana de la
sexualidad, de la capacidad crítica y de la conveniente ductilidad en el desarrollo de la edad y de la
mentalidad, teniendo siempre muy claro que la juventud no es sólo momento de paso, sino tiempo real
de gracia en que construir la personalidad. También hoy, aunque en contexto cultural diverso y hasta
con jóvenes de religión no cristiana, tal característica constituye uno de los muchos aspectos válidos y
· la voluntad de estar entre los jóvenes compartiendo su vida, mirando con simpatía su mundo, atentos
a sus verdaderas exigencias y valores; · la acogida incondicionada, que se convierte en fuerza
promocional y capacidad incansable de diálogo; · el criterio preventivo, que cree en la fuerza del bien
que hay en todo joven, aún en el más necesitado, y trata de desarrollarla mediante experiencias
positivas de bien; · la centralidad de la razón, que hace razonables las exigencias y las normas; que es
flexibilidad y persuasión en las propuestas; de la religión, entendida como desarrollo del sentido de
Dios innato en cada persona y esfuerzo de evangelización cristiana; del amor, que se expresa como un
amor educativo que hace crecer y crea correspondencia; · un ambiente positivo tejido de relaciones
personales, vivificado por la presencia amorosa y solidaria, animadora y promotora de actividades de
los educadores y del protagonismo de los mismos jóvenes; · con un estilo de animación, que cree en
los recursos positivos del joven.
Una Propuesta de Evangelización Juvenil (Pastoral)
Esta propuesta original de evangelización juvenil parte del encuentro con los jóvenes donde éstos se
encuentran, valorizando el patrimonio natural y sobrenatural que todo joven lleva consigo, en un
ambiente educativo cargado de vida y rico en propuestas; se actúa a través de un itinerario educativo
que privilegia a los últimos y a los más pobres; promueve el desarrollo de los recursos positivos que
tienen y propone una forma particular de vida cristiana y de santidad juvenil.
Este proyecto original de vida cristiana se organiza alrededor de algunas experiencias de fe, opciones
de valores y actitudes evangélicas que constituyen la Espiritualidad Juvenil Salesiana (EJS).
Una Experiencia Espiritual (Espiritualidad).
El Sistema Preventivo encuentra su fuente y su centro en la experiencia de la caridad de Dios, que
previene a toda criatura con su Providencia, la acompaña con su presencia y la salva dando la vida.
Esta experiencia dispone al educador para acoger a Dios en los jóvenes, convencido de que en ellos
Dios le ofrece la gracia del encuentro con Él y lo llama a servirle en ellos, reconociendo su dignidad,
renovando la confianza en sus recursos de bien y educándolos para la plenitud de la vida.
Esta caridad pastoral crea una relación educativa a la medida del adolescente y del adolescente pobre,
fruto de la convicción de que toda vida, aún la más pobre, compleja y precaria, tiene en sí misma, por
la presencia misteriosa del Espíritu, la fuerza de la liberación y la semilla de la felicidad.
El secreto del éxito de Don Bosco educador es su intensa espiritualidad, es decir, aquella energía
interior que une inseparablemente en él el amor de Dios y el amor del prójimo, de modo que logra
hacer una síntesis entre evangelización y educación.
La Espiritualidad Salesiana, expresión concreta de esta caridad pastoral, constituye, pues, un elemento
fundamental de la acción pastoral salesiana, es su fuente de vitalidad evangélica, su principio de
inspiración y de identidad, su criterio de orientación.
Se trata de:
Una espiritualidad a medida de los jóvenes, especialmente de los más pobres, que sabe descubrir la
acción del Espíritu en su corazón y colaborar en su desarrollo. Una espiritualidad de lo cotidiano, que
propone la vida ordinaria como lugar de encuentro con Dios.
Una espiritualidad pascual de la alegría en la actividad, que desarrolla una actitud positiva de
esperanza en los recursos naturales y sobrenaturales de las personas y presenta la vida cristiana como
un camino de felicidad.
Una espiritualidad de amistad y relación personal con el Señor Jesús, conocido y frecuentado en la
oración, en la Eucaristía y en la Palabra.
Una espiritualidad de comunión eclesial vivida en los grupos y, sobre todo, en la comunidad educativa,
que une a jóvenes y educadores en un ambiente de familia alrededor de un proyecto de educación
integral de los jóvenes.
Una espiritualidad del servicio responsable, que suscita en jóvenes y adultos un renovado compromiso
apostólico para la transformación cristiana del propio ambiente hasta el compromiso vocacional.
Una espiritualidad mariana, que confía plenamente, con sencillez y seguridad, en la ayuda materna de
la Virgen. Esta espiritualidad ayuda a discernir y a afrontar los desafíos de la acción pastoral y crea
unidad entre todos los que comparten la misión y colaboran en ella.
LA VIRGEN Y DON BOSCO
SUEÑOS O VISIONES
“YO TE DARÉ LA MAESTRA”
MARIA LUISA MIRANDA, FMA
“Si queremos ser cristianos, debemos ser marianos,
es decir, debemos reconocer la relación
esencial, vital, providencial, que une a la Virgen
y a Jesús, que nos abre el camino
que nos conduce a Él”
Pablo VI, 24.04.70
1. INTRODUCCIÓN
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Guardamos en la mente y en el corazón como tesoro de familia, las
raíces que nos fundamentan como Instituto educativo. Una de ellas,
el sueño de Juanito Bosco a los nueve años, y otra, las palabras que
la Virgen dirigía a María Mazzarello en el Borgo Alto aquella mañana:
“A ti las confío”.
La presencia de María marca nuestros orígenes y con ello nuestro
modo de ser y de actuar del Instituto que tiene como tarea y misión
la educación de la niñez y la juventud.
Nunca está de sobra hacer memoria de este Sueño fundamental en la
vida de S. Juan Bosco y en la nuestra.
“Me pareció estar cerca de mi casa; en un amplio patio en el
que una gran muchedumbre de niños se divertían. Unos reían,
otros jugaban, no pocos blasfemaban. Al oír aquellas
blasfemias, me arrojé inmediatamente en medio de ellos,
empleando mis puños y mis palabras para hacerlos callar. En
aquel momento apareció un Hombre de aspecto venerando, de
edad viril, noblemente vestido. Un manto blanco cubría toda
su persona y su rostro era tan resplandeciente, que yo no
podía mirarlo con fijeza. Me llamó por mi nombre y me ordenó
ponerme al frente de aquellos muchachos con estas palabras:
- No con golpes sino con la mansedumbre y la caridad
deberás ganarte a esos amigos tuyos. Ponte, pues,
inmediatamente ha hacerles una instrucción sobre la
fealdad del pecado y la belleza de la virtud.
Confuso y aturdido repliqué que yo era un pobre niño
ignorante; incapaz de hablar de religión a aquellos jovencitos.
En aquel momento los muchachos cesaron en sus riñas, gritos
y blasfemias, rodeando al que hablaba. Yo, sin saber lo que me
decía, añadí:
- Quién sois vos que me mandáis cosas imposibles?
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- Precisamente porque te parecen imposibles, debes
hacerlas posibles con la obediencia y con la adquisición de
la ciencia.
- ¿Dónde y con qué medios podré adquirir la ciencia?
- YO TE DARÉ LA MAESTRA BAJO CUYA GUÍA PODRÁS
LLEGAR A SER SABIO Y SIN LA CUAL TODA CIENCIA ES
NECEDAD.
- Pero, ¿quién sois vos que me habláis de esa manera?
- Yo soy EL HIJO DE AQUELLA A QUIEN TU MADRE TE HA
ENSEÑADO A SALUDAR TRES VECES AL DÍA.
- Mi madre me ha dicho que no me junte con quien no
conozco sin su permiso; por eso decidme vuestro nombre.
- MI NOMBRE, PREGÚNTASELO A MI MADRE.
En aquel momento vi junto a Él una Señora de majestuoso
aspecto, vestida con un manto que resplandecía por todas
partes como si cada punto de él fuese una fulgidísima estrella.
Al verme cada vez más confuso en mis preguntas y
respuestas, ME INDICÓ QUE ME ACERCARA A ELLA; Y
TOMÁNDOME DE LA MANO BONDADOSAMENTE:
- ¡Mira!, me dijo
Observé atentamente a mi alrededor y me di cuenta de que
todos aquellos niños habían desaparecido y en su lugar vi una
multitud de cabritos, perros, gatos, osos y otros animales
diversos.
- He aquí el campo en que debes trabajar, continuó diciendo
la Señora. Hazte humilde, fuerte y robusto, y lo que veas
que en este momento sucede a estos animales, tendrás tú
que hacerlo con mis hijos.
Volví entonces a mirar y he aquí que, en lugar de los animales
feroces aparecieron otros tantos corderillos que, retozando y
balando, corrían a rodear a la Señora y al Señor como para
festejarlos.
Entonces, siempre en sueños, COMENCÉ A LLORAR Y ROGUÉ A
AQUELLA SEÑORA, que me explicase el significado de todo
aquello, pues yo nada comprendía. ENTONCES ELLA,
PONIÉNDOME LA MANO SOBRE LA CABEZA, ME DIJO:
- A SU TIEMPO TODO LO COMPRENDERÁS.
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Dicho esto, un ruido me despertó y todo desapareció. ( M.B.
Tomo I pp.122-126)
Jesús, es quien entrega a María como la verdadera Maestra. No es
difícil hacer referencia a la entrega que Jesús en la Cruz hace de
María al discípulo amado, por coincidencia llamado Juan también.
Ella es quien muestra el campo, los métodos, los cambios, los modos
y las actitudes que deben hacer de Juanito, el pequeño pastor, el
sacerdote Juan Bosco EDUCADOR.
Es la voz de María quien da también a María Mazzarello el mandato
de educar a las jóvenes… Es Ella quien se las confía, quien se las
entrega para su crecimiento y maduración.
No es para nosotros un añadido, una novedad, o un acomodaticio el
dato que María sea para nosotras ‘LA MAESTRA’. Ella se convierte en
la EDUCADORA de los educadores. Ella, es quien está a las raíces de
nuestra metodología y pedagogía educativas.
Además, cada una de nosotras, en lo particular, tiene la historia de la
intervención educativa de María en su vida y trabajo apostólico al
servicio de las nuevas generaciones.
Hacer memoria, no es únicamente traer a nuestra mente el pasado.
Nos sirve hoy, para salir de la obviedad, del determinismo y dar un
nuevo significado a nuestra existencia a un nivel más profundo de
conciencia, acogiendo con un corazón agradecido y crítico el
patrimonio de los valores y experiencias de las generaciones que nos
han precedido, con el compromiso de hacerlo crecer y compartirlo a
las venideras.
Nos impulsa a ser una de las generaciones de la fe y del carisma que
quiere ofrecer la riqueza de la esta herencia a las futuras
generaciones mediante el compromiso educativo.
Después de un siglo podemos contemplar lo que YA ha sucedido, un
tesoro de hermosas realizaciones en la entrega a la juventud, pero
podemos intuir un futuro lleno de promesas, y como nos decía Juan
Pablo II, tenemos un rico futuro que construir a favor de esta
juventud con los desafíos y los retos que hoy nos presenta en el
contexto histórico en el que vivimos, sin añoranzas de un pasado
mejor, sino con la valentía de la confianza y la esperanza que este
HOY nos ofrece un mejor futuro para las siguientes generaciones.
2. MARÍA, UNA PRESENCIA QUE MADURA EN LA HISTORIA
DE NUESTRAS RAÍCES.
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En el itinerario mariano de Don Bosco, Don Aubry, ha señalado tres
etapas progresivas, que se contemplan en el amplio panorama de la
intervención extraordinaria de María en la vida de nuestro santo.
En la primera etapa, es decir, al inicio de la vida de Juan Bosco, en el
origen de su vocación y misión, María se revela como “la Buena
Pastora de los jóvenes”. El sueño de los nueve años se repite en esta
etapa con algunas variantes y determinó la búsqueda de lo que sería
su misión en la vida. Cristo Jesús le entrega a María en esta etapa,
como “sierva de Cristo, Buen Pastor”, y Madre de “sus hijos y
hermanos”
En la segunda etapa al origen de la obra salesiana, se reveló como “la
Buena Pastora Inmaculada”. Esta advocación no sólo porque era el
momento de la proclamación del Dogma de la Inmaculada; ni porque
el 8 de diciembre de 1841 tuvo su primer encuentro con Bartolomé
Garelli; ni porque entre los primeros diez y seis salesianos del inicio,
quince pertenecían a la Compañía de la Inmaculada, fundada por
Domingo Savio. Ni siquiera porque las primeras Hijas de María
Auxiliadora provenían del grupo selecto de las Hijas de la Inmaculada
de Mornese; sino porque la obra educativa supone la liberación del
pecado como condición para un crecimiento armónico y equilibrado.
Y también, porque supone en los educadores, una pureza vigorosa,
que los haga disponibles y coherentes con lo que proponen. Es
importante comprender que el título de Inmaculada en nuestros días,
no debe leerse como “sin mancha” como lo veremos el último día,
sino porque expresa un equilibrio y armonía en la persona que la
hace libre y liberadora que ve a María como el prototipo de este
equilibrio y armonía capaz de proponerse como modelo en la obra
educativa.
En la tercera etapa, en el origen de la expansión de la obra y la
Familia Salesiana, la “Buena Pastora Inmaculada” reveló su rostro
definitivo: AUXILIADORA DE LA IGLESIA.
¿Qué impulsó a Don Bosco, a elegir este título en los últimos 25 años
de su vida?
Coincidencias históricas, intervenciones extraordinarias como los
sueños y revelaciones, razones de orden práctico, apostólico y
pastoral, y por tantos hechos y apoyos recibidos de sus bienhechores
y del mismo Pío IX, leídos a la luz del Espíritu Santo. Don Bosco,
asume más o menos en el 1862, el culto definitivo a María bajo el
título de AUXILIO DE LOS CRISTIANOS.
Rápidamente la fisonomía espiritual de Valdocco se orientó hacia esta
nueva advocación. Durante el decenio de 1865-75, Don Bosco
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descubrió por completo el rostro de María, y a su luz, toda la
amplitud de su obra carismática. La Pastora de I Becchi, la
Inmaculada del 8 de diciembre de 1841, era ya la Auxiliadora de la
Iglesia Universal, que hacía surgir una obra apostólica a favor de la
Iglesia. Es importante señalar que para Don Bosco el título de
Auxiliadora no fue una devoción a propagar sino el fruto de una
experiencia personal y una lectura existencial del camino recorrido.
Es característica la relación vital de Don Bosco con María a lo largo de
toda su vida: nace en la familia, se alimenta en el camino sacerdotal
y se consolida en su acción educativa. María es la Mujer y la Madre
que en unida a Cristo su Hijo colabora en su misión de salvación; su
maternidad la hace atenta y cercana a los hijos de su Hijo. Esta
maternidad eclesial que se expresa en la L.G. VIII, Don Bosco ya la
había intuido vivamente, basta recordar el gran cuadro de la Basílica.
Para Don Bosco, honrar a María, era ser fiel a su vocación de
educador de jóvenes. No se contenta con nutrir para ella una
devoción filial, sino que este afecto lo lleva ha hacer de Ella, la
inspiradora, la guía, la maestra y una presencia viva que alienta su
obra educativa.
La devoción mariana, por tanto, está en estrechísimo intercambio con
la misión salesiana, como compromiso y programa de vida, en el
Oratorio, entre los jóvenes y entre los miembros de las familias por
él fundadas.
3. ALGUNOS RASGOS MARIANOS EN LA GÉNESIS DE
NUESTRO INSTITUTO.
Nuestro Instituto surge en los años de la madurez apostólica, humana
y espiritual de Don Bosco, en los mismos años en los que la Basílica
de María Auxiliadora está en construcción, el grandioso templo de la
inscripción profética: “Haec est domus mea, inde gloria mea”.
Don Bosco el 24 de abril de 1871, manifestó al Consejo su
pensamiento de fundar un instituto femenino, y les invitó a que
después de un mes de oración y reflexión, le dieran su parecer. Por
otra parte, ya venía madurando desde una decena de años la relación
entre Don Bosco y el grupo de la Inmaculada de Mornese, dedicadas
a la promoción humana y cristiana de las chicas del pueblo.
Para este grupo, la devoción mariana, fundamentada firmemente en
la teología de Frassinetti, se apoyaba en el rol insustituible de María
en la vida de todo cristiano que les llevaba no sólo a contemplar las
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virtudes de María, sino hacerlas parte de la propia vida,
traduciéndose en un compromiso de apostolado eclesial. De este
grupo selecto, Don Bosco invita a algunas a practicar una regla de
vida en común con el propósito de consagrarse a Dios como
religiosas.
La fundación sucede el 5 de agosto del 1872 fiesta de Nuestra
Señora de las Nieves, una real prolongación de la Basílica de Turín,
hecha de piedras vivas.
En Don Bosco el culto a María se hace vida, se concretiza colaborando
en realización del Reino de Dios por medio de la educación.
La Basílica de María Auxiliadora, da gloria a Dios por las maravillas
realizadas en María. El Instituto de las Hijas de María Auxiliadora da
gloria a Dios haciendo memoria viva en sus miembros de la presencia
viva de María en su vida de consagración y apostolado.
En el contexto de las numerosas congregaciones religiosas nacidas en
el siglo XIX, la nuestra lleva el sello de reconocimiento y gratitud,
como “monumento vivo”. Por eso desde los orígenes el sello mariano
no puede disociarse de su apostolado y misión.
En la obra de configuración con Cristo, meta de la educación
cristiana, María tiene de hecho un papel insustituible, subordinado
desde luego al de Cristo. María no sólo ha estado presente en el
inicio del Instituto, sino sigue presente en la realización del trabajo
apostólico y pastoral que el Instituto desempeña, trabajando por
formar a Cristo en el corazón de las y los jóvenes con quienes
trabajamos.
4. ¿QUIÉN SOIS VOS QUE ME MANDÁIS COSAS
IMPOSIBLES?
Frente a las dificultades que hoy experimentamos en el campo
educativo, muchas veces tenemos la sensación de estar ante retos
imposibles como Juanito Bosco. Señalamos en nuestra Planeación los
que nos parecen más significativos y que responden no sólo a la
nuestra realidad, sino que son sentidos a nivel global:
• Reafirmar la fe y la primacía de Dios ante el
postmodernismo y esoterismo actual.
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• Formar en el protagonismo laical para construir
comunidades eclesiales significativas.
• Ayudar a formarse una identidad y un proyecto de vida
que responda a la necesidad de sentido.
• Apoyar para una vida familiar amorosa y responsable
frente a la desintegración y fragmentación que
vivimos.
• Preparar para una ciudadanía responsable y ética.
La profundización de una espiritualidad mariana que tenga incidencia
en el campo educativo, hace volver nuestros ojos a la teoantropología
cristiana que nos permita tener un rumbo claro y unas líneas precisas
que nos permitan a los educadores y a los jóvenes encontrar
caminos seguros bajo la dirección de la Maestra que hará que la
ciencia no se vuelva necedad.
Es indispensable recuperar la brújula cristiana de teoantropología
que, con sus cuatro puntos cardinales nos permita navegar seguros
en este nuevo milenio e ir “mar adentro” en nuestra tarea educativa.
“La antropología cristiana es la conciencia del significado y valor del
ser humano a la luz de la Palabra de Dios. De suyo, el objeto propio
de la revelación, es el Misterio de la Trinidad, conocido por medio de
la Encarnación del Hijo de Dios. Esta revelación, no sólo da a conocer
quién es Dios, sino quién es el ser humano, y el plan de Dios sobre
él. En Cristo, el hombre descubre su vocación definitiva, porque el ser
humano, no sólo es objeto de la revelación de Dios, sino también
sujeto.
Son cuatro los pilares fundamentales de la antropología cristiana,
altamente paradigmáticos en una cultura postmoderna como la
nuestra, que está poniendo en juego una serie de acciones socio-
políticas-culturales, para borrar la identidad del hombre y de la mujer
tal como se nos ha entregado en la Revelación.
1º. Ante todo el hombre es el centro y vértice de la creación,
hecho a imagen y semejanza de Dios. En los tres primeros
capítulos del Génesis se afirma este principio bíblico, que es la
base de toda la antropología cristiana.
2º. La humanidad desde su inicio se constituye en la relación
hombre-mujer: “hombre y mujer los creó” Esta humanidad
sexuada es la que se declara explícitamente como imagen y
semejanza de Dios.
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Esta diferencia fundamental encierra un significado esponsal y
está orientada a la comunión en el amor, en el que el hombre-
persona se convierte en un don, llegando así la plenitud de su
persona, en semejanza a las relaciones Trinitarias que son
comunión de amor.
3º. El ser humano está llamado a cristificarse, contando con la
gracia de Dios y respuesta libre del hombre; sólo así realiza en
plenitud el ser imagen y semejanza de Dios. Esta es la vocación
suprema del ser humano.
4º. El hombre es una persona abierta a la trascendencia.
Siendo criatura no es como las otras criaturas. Es un ser creado
por amor y amado por sí mismo, con el que Dios continuamente
dialoga. Dios se dirige a él como persona. En el hecho de ser
persona reside la absoluta dignidad y valor del ser humano, que
supone sobre todo la libertad, como posibilidad de apertura
dialogante con Dios, con los demás, con el mundo.
La cultura postmoderna que ha difundido capilarmente en todas sus
estructuras y mensajes una interpretación nihilista del hombre, como
ser unidimensional, “desteologizado”. El “relativismo” además, niega
la existencia de la verdad y del bien. Estas corrientes se oponen
frontalmente a la revelación cristiana, frente a este pensamiento
débil y radicalmente ateo, la antropología cristiana es en verdad una
“buena noticia”, que lleva esperanza ahí donde hay desesperación;
luz donde hay tinieblas; amor donde existe odio; vida donde sólo hay
muerte, verdad donde hay mentira.
El hombre de la revelación cristiana no es el hombre sin horizontes, o
con horizontes vanos como espejismos del desierto; sino que es
completa y total apertura al horizonte divino, humano y creatural.
María, es, en este sentido, el paradigma antropológico por excelencia.
Jesús, aunque como dice la G.S. ‘ha trabajado con manos de
hombre, pensado con mente de hombre, actuado con voluntad de
hombre, y amado con corazón de hombre, no deja de ser Hijo de
Dios, donde humanidad y divinidad se han hecho una unidad.
María en cambio, es una persona sola y únicamente humana que
realiza plenamente el proyecto de Dios Trinidad en una concretez
histórica. En María, la humanidad alcanza el culmen de la perfección y
belleza. Indica a la humanidad entera la meta a alcanzar, es icono del
futuro, del futuro de todo ser humano, si acoge la gracia, como Ella la
acogió.
En nuestra cultura cristiana, María no es un adorno, sino la propuesta
concreta de un sistema de valores antropológicos. En la cultura
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postmoderna, la figura de María es representativa, porque
descubrimos en ella “una maestra de los valores” en esta noche
valorial que vivimos. “ (cfr. María de Nazareth, Paradigma de la
Antropología cristiana. Angelo Amato).
Por eso, nadie como Ella es quien puede darnos la pedagogía para
alcanzar esas metas educativas indispensables, y que tenemos
claramente expresadas en nuestra Planeación, en las Estrategias,
que si las analizamos corresponden a estos fundamentos
antropológicos.
Jesús nos vuelve a decir: “Yo te daré la Maestra bajo cuya guía
podrás llegar a ser sabio y sin la cual toda ciencia es
necedad”.
Este es un momento propicio para volver y para vivir nuestras raíces
cristianas y carismáticas, como Don Bosco y M. Mazzarello, la
auténtica devoción a María nos lleva a acciones concretas para formar
hombres y mujeres que puedan responder a las expectativas de
transformación que la historia nos está pidiendo.
La memoria de un detalle de nuestros orígenes puede sernos
paradigmático. Aun sin conocerlas personalmente, pero por referencia
de Don Pestarino, Don Bosco manda a María Mazzarello y a Petronilla
un escrito y unas medallas que son la expresión de su más auténtica
espiritualidad mariana: “Rezad sí, pero sobre todo haced mucho bien”
…. Medallas que expresan un amor y una devoción, pero sobre todo
la determinanción de hacer el bien y construir el Reino de Dios.
María en el sueño de los nueve años es muy clara en la orden de
acción ante los animales (pérdida de la identidad humana) en que se
han convertido los jóvenes: “He aquí el campo en el que debes
trabajar” y la pedagogía a usar: “Hazte humilde, fuerte y
robusto…” y ante la impotencia manifestada en llanto de Juanito
que nada entendía, tiene un gesto de ternura materna: “Entonces
Ella, poniéndome la mano sobre la cabeza, me dijo: A su
tiempo lo comprenderás todo”. Actitud que asegura la cercanía y
la conducción con la que concluye este sueño que da valor y
consistencia, no sólo a la vida y a la obra de Juan Bosco como
individuo, sino también para todos aquellos que, por don del Espíritu,
religiosos o laicos, estamos llamados a trabajar hoy con más ardor,
valor y confianza que nunca en el campo de la educación de los
jóvenes.
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