Don Bosco - Parte 1
   
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LA VIRGEN EN LA VIDA DE DON BOSCO


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La vida de D. Bosco es un puro milagro de la Auxiliadora en su vida y, desde él, a toda

la inmensa familia salesiana que ha creado para gloria de Dios en el campo de la

juventud pobre y abandonada, en las misiones y en los demás aspectos de la

Evangelización.

 

Al final de su vida, con salesianos y jóvenes antes de morir, les dijo a todos: “La Virgen

lo ha hecho todo”.

 

Hay unas páginas introductorias para que nos demos cuenta de los rasgos de su

espiritualidad y sistema educativo, y a continuación, las visiones o sueños  que tuvo en

relación con la Virgen María.

 

El, al explicárselos a los chicos, les llamaba sueños pero, en realidad, eran visiones.

 

INDICE

 

 

1.- Te daré una Maestra (Hija de María Auxiliadora)

2.- Las dos columnas

3.- Pensamientos de D. Bosco

4.- La Virgen le reprende por su silencio

5.- Acerca de la obligación de la limosna

6.- Ricos que llegan a pobres

7.-Los castigos de los pecadores

8.- El Congreso de los diablos

9.- Fórmula segura para ganarse la lotería

10.- Sueño del rosal

11.-Desafío a las nubes

12.- Se le aparece Santo Domingo Savio

13.- Sueño de los 9 años

14.-El emparrado

15.-El pañuelo de la Virgen


 

 

 

16.-La serpiente y el Avemaría

17.-El elefante blanco

18.-La inundación

19. La fe, escudo y triunfo

20.-Las ofrendas simbólicas

21.- Sueño sobre el Infierno

22.- Penas del infierno


2


 

Espero que te sientas a gusto con la lectura meditativa de estos sueños o visiones en las

que la Virgen va moldeando el alma de D. Bosco y de su posterior familia salesiana.

 

Con afecto, Felipe Santos, salesiano

 

Málaga- septiembre-2006

 

Crea un clima capaz de hacer salir de dentro (educere) lo mejor de cada niño, que le predispone a

mostrarse claramente tal como es, que ayuda al joven en la adquisición de hábitos que le permitirán

optar por todo lo que en la vida es bueno, saludable, alegre y prometedor.

 

“Don Bosco realiza su santidad personal en la educación” (Juan Pablo II, Carta Juvenum Patris, 5).

 

De esta experiencia surge su praxis pastoral y su estilo pedagógico. Vida espiritual, compromiso

apostólico, método educativo son tres aspectos de una única realidad: el amor, la caridad pastoral que

unifica y mueve toda la existencia: ser en la Iglesia signos y portadores del amor de Dios a los jóvenes.

 

 

 

“Este sistema descansa por entero en la razón, en la religión y en el amor” (Don Bosco).

 

 

 

LA RAZÓN

 

El término “razón” destaca, según la visión auténtica del humanismo cristiano, el

valor de la persona, de la conciencia, de la naturaleza humana, de la cultura, del

mundo del trabajo y del vivir social, o sea, el amplio cuadro de valores que es como

el equipo que necesita el hombre en su vida familiar, civil y política. En la encíclica

Redemptor Hominis recordé que “Jesucristo es el camino principal de la Iglesia;

dicho camino lleva de Cristo al hombre”. 

 

 

 

 

Es significativo señalar que ya hace más de un siglo Don Bosco daba mucha importancia a los

aspectos humanos y a la condición histórica del individuo, a su libertad, a su preparación para la vida y

para una profesión, a la asunción de las responsabilidades civiles en clima de alegría y de generoso

servicio al prójimo. Formulaba tales objetivos con palabras incisivas y sencillas, tales como “alegría”,

“estudio”, “piedad”, “cordura”, “trabajo”, “humanidad”. Su ideal de educación se caracteriza por la

moderación y el realismo. En su propuesta pedagógica hay una unión bien lograda entre permanencia

de lo esencial y contingencia de lo histórico, entre lo tradicional y lo nuevo. El Santo ofrece a los


 

3

 

jóvenes un programa sencillo y contemporáneamente serio, sintetizado en fórmula acertada y

sugerente: ser ciudadano ejemplar, porque se es buen cristiano.

 

 

 

Resumiendo, la “razón”, en la que Don Bosco cree como don de Dios y quehacer indeclinable del

educador, señala los valores del bien, los objetivos que hay que alcanzar y los medios y modos que hay

que emplear. La “razón” invita a los jóvenes a una relación de participación en los valores captados y

compartidos. La define también como “racionabilidad”, por la cabida que debe tener la comprensión,

el diálogo y la paciencia inalterable en que se realiza el nada fácil ejercicio de la racionalidad.

 

Todo esto, evidentemente, supone hoy la visión de una antropología actualizada y completa, libre de

reducciones ideológicas. El educador moderno debe saber leer con atención los signos de los tiempos,

a fin de individuar los valores emergentes que atraen a los jóvenes: la paz, la libertad, la justicia, la

comunión y participación, la promoción de la mujer, la solidaridad, el desarrollo, las necesidades

ecológicas.

 

(Juan Pablo II, Carta Juvenum Patris, 10).

 

 

 

RELIGIÓN

 

El segundo término –“religión”- indica que la

pedagogía de Don Bosco es, por naturaleza,

trascendente, en cuanto que el objetivo último de

su educación es formar al creyente. Para él,

hombre formado y maduro es el ciudadano que

tiene fe, pone en el centro de su vida el ideal del

hombre nuevo proclamado por Jesucristo y

testimonia sin respeto humano sus convicciones

religiosas. 

 

 

 

 

Así, pues, no se trata de una religión especulativa y abstracta, sino de una fe viva, insertada en la

realidad, forjada de presencia y comunión, de escucha y docilidad a la gracia. Como solía decir, los

“pilares del edificio de la educación” son la Eucaristía, la Penitencia, la devoción a la Santísima

Virgen, el amor a la Iglesia y a sus pastores. Su educación es un itinerario de oración, de liturgia, de

vida sacramental, de dirección espiritual; para algunos, respuesta a la vocación de consagración

especial -¡cuántos sacerdotes y religiosos se formaron en las casas del Santo!-, y para todos, la

perspectiva y el logro de la santidad.

 

Don Bosco es el sacerdote celoso que refiere siempre al fundamento revelado cuanto recibe, vive y da.

Este aspecto de trascendencia religiosa, base del método pedagógico de Don Bosco, no sólo puede

aplicarse a todas las culturas; puede también adaptarse provechosamente a las religiones no cristianas.

 

(Juan Pablo II, Carta Juvenum Patris, 11)


 

 

 

AMOR


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En fin, desde el punto de vista metodológico, el “amor”. Se trata de una actitud

cotidiana, que no es simple amor humano ni sólo caridad sobrenatural. Denota una

realidad compleja e implica disponibilidad, criterios sanos y comportamientos

adecuados. El amor se traduce en dedicación del educador como persona totalmente

entregada al bien de sus educandos, estando con ellos, dispuesta a afrontar

sacrificios y fatigas para cumplir su misión. Ello requiere estar verdaderamente a

disposición de los jóvenes, profunda concordancia de sentimientos y capacidad de

diálogo. Es típica y sumamente iluminadora su expresión: “Aquí, con vosotros, me

encuentro a gusto; mi vida es precisamente estar con vosotros”. Con acertada

intuición dice de modo explícito: lo importante es “no sólo querer a los jóvenes, sino

que se den cuenta de que son amados”. 

 

El educador auténtico, pues, participa en la vida de los jóvenes, se interesa por sus

problemas, procura entender cómo ven ellos las cosas, toma parte en sus actividades

deportivas y culturales, en sus conversaciones; como amigo maduro y responsable,

ofrece caminos y metas de bien, está pronto a intervenir para esclarecer problemas,

indicar criterios y corregir con prudencia y amable firmeza valoraciones y

comportamientos censurables. En tal clima de “presencia pedagógica” el educador

no es visto como “superior”, sino como “padre, hermano y amigo”.


 

 

 

 

En esta perspectiva, son muy importantes las relaciones personales. Don Bosco se complacía en

utilizar el término “familiaridad” para definir cómo tenía que ser el trato entre educadores y jóvenes.

Su larga experiencia le había llevado a la convicción de que sin familiaridad es imposible demostrar el

amor, y que sin tal demostración no puede surgir la confianza, condición imprescindible para el buen

resultado de la educación. El cuadro de objetivos, el programa y las orientaciones metodológicas sólo

adquieren concreción y eficacia si llevan el sello de un “espíritu de familia” transparente, o sea, si se

viven en ambientes serenos, llenos de alegría y estimulantes.

 

A propósito de esto conviene recordar, por lo menos, el amplio espacio y dignidad que daba el Santo al

aspecto recreativo, al deporte, a la música y al teatro o –como solía decir- al patio. Aquí, en la

espontaneidad y alegría de las relaciones, es donde el educador perspicaz encuentra modos concretos

de intervención, tan rápidos en la expresión como eficaces por la continuidad y el clima de amistad en

que se realizan. El trato, para ser educativo, requiere interés continuo y profundo, que lleve a conocer

personalmente a cada uno y, simultáneamente, los elementos de la condición cultural que es común a

todos.

 

Se trata de una inteligente y afectuosa atención a las aspiraciones, a los juicios de valor, a los

condicionamientos, a las situaciones de vida, a los modelos ambientales, y a las tensiones,

reivindicaciones y propuestas colectivas. Se trata de comprender la necesidad urgente de formar la

conciencia y el sentido familiar, social y político, de madurar en el amor y en la visión cristiana de la

sexualidad, de la capacidad crítica y de la conveniente ductilidad en el desarrollo de la edad y de la

mentalidad, teniendo siempre muy claro que la juventud no es sólo momento de paso, sino tiempo real

de gracia en que construir la personalidad. También hoy, aunque en contexto cultural diverso y hasta

con jóvenes de religión no cristiana, tal característica constituye uno de los muchos aspectos válidos y


 

 

 

originales de la pedagogía de Don Bosco.

 

(Juan Pablo II, Carta Juvenum Patris, 12)

 

 

 

Una Metodología Pedagógica (Pedagogía)

 

El Sistema Preventivo es también una metodología pedagógica caracterizada por:


5


 

· la voluntad de estar entre los jóvenes compartiendo su vida, mirando con simpatía su mundo, atentos

a sus verdaderas exigencias y valores; · la acogida incondicionada, que se convierte en fuerza

promocional y capacidad incansable de diálogo; · el criterio preventivo, que cree en la fuerza del bien

que hay en todo joven, aún en el más necesitado, y trata de desarrollarla mediante experiencias

positivas de bien; · la centralidad de la razón, que hace razonables las exigencias y las normas; que es

flexibilidad y persuasión en las propuestas; de la religión, entendida como desarrollo del sentido de

Dios innato en cada persona y esfuerzo de evangelización cristiana; del amor, que se expresa como un

amor educativo que hace crecer y crea correspondencia; · un ambiente positivo tejido de relaciones

personales, vivificado por la presencia amorosa y solidaria, animadora y promotora de actividades de

los educadores y del protagonismo de los mismos jóvenes; · con un estilo de animación, que cree en

los recursos positivos del joven.

 

 

 

 

Una Propuesta de Evangelización Juvenil (Pastoral)

 

Esta propuesta original de evangelización juvenil parte del encuentro con los jóvenes donde éstos se

encuentran, valorizando el patrimonio natural y sobrenatural que todo joven lleva consigo, en un

ambiente educativo cargado de vida y rico en propuestas; se actúa a través de un itinerario educativo

que privilegia a los últimos y a los más pobres; promueve el desarrollo de los recursos positivos que

tienen y propone una forma particular de vida cristiana y de santidad juvenil.

 

Este proyecto original de vida cristiana se organiza alrededor de algunas experiencias de fe, opciones

de valores y actitudes evangélicas que constituyen la Espiritualidad Juvenil Salesiana (EJS).

 

 

 

Una Experiencia Espiritual (Espiritualidad).

 

 El Sistema Preventivo encuentra su fuente y su centro en la experiencia de la caridad de Dios, que

previene a toda criatura con su Providencia, la acompaña con su presencia y la salva dando la vida.

 

Esta experiencia dispone al educador para acoger a Dios en los jóvenes, convencido de que en ellos

Dios le ofrece la gracia del encuentro con Él y lo llama a servirle en ellos, reconociendo su dignidad,

renovando la confianza en sus recursos de bien y educándolos para la plenitud de la vida.

 

Esta caridad pastoral crea una relación educativa a la medida del adolescente y del adolescente pobre,

fruto de la convicción de que toda vida, aún la más pobre, compleja y precaria, tiene en sí misma, por

la presencia misteriosa del Espíritu, la fuerza de la liberación y la semilla de la felicidad.


 

 

 

 

 

 

ESPIRITUALIDAD JUVENIL SALESIANA


6


 

El secreto del éxito de Don Bosco educador es su intensa espiritualidad, es decir, aquella energía

interior que une inseparablemente en él el amor de Dios y el amor del prójimo, de modo que logra

hacer una síntesis entre evangelización y educación.

 

La Espiritualidad Salesiana, expresión concreta de esta caridad pastoral, constituye, pues, un elemento

fundamental de la acción pastoral salesiana, es su fuente de vitalidad evangélica, su principio de

inspiración y de identidad, su criterio de orientación.

 

Se trata de:

 

Una espiritualidad a medida de los jóvenes, especialmente de los más pobres, que sabe descubrir la

acción del Espíritu en su corazón y colaborar en su desarrollo. Una espiritualidad de lo cotidiano, que

propone la vida ordinaria como lugar de encuentro con Dios.

 

Una espiritualidad pascual de la alegría en la actividad, que desarrolla una actitud positiva de

esperanza en los recursos naturales y sobrenaturales de las personas y presenta la vida cristiana como

un camino de felicidad.

 

Una espiritualidad de amistad y relación personal con el Señor Jesús, conocido y frecuentado en la

oración, en la Eucaristía y en la Palabra.

 

Una espiritualidad de comunión eclesial vivida en los grupos y, sobre todo, en la comunidad educativa,

que une a jóvenes y educadores en un ambiente de familia alrededor de un proyecto de educación

integral de los jóvenes.

 

Una espiritualidad del servicio responsable, que suscita en jóvenes y adultos un renovado compromiso

apostólico para la transformación cristiana del propio ambiente hasta el compromiso vocacional.

 

Una espiritualidad mariana, que confía plenamente, con sencillez y seguridad, en la ayuda materna de

la Virgen. Esta espiritualidad ayuda a discernir y a afrontar los desafíos de la acción pastoral y crea

unidad entre todos los que comparten la misión y colaboran en ella.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

                                        LA VIRGEN Y DON BOSCO

 

 SUEÑOS O VISIONES

 

“YO TE DARÉ LA MAESTRA”


 

 

 

 

MARIA LUISA MIRANDA, FMA

 

 

“Si queremos ser cristianos, debemos ser marianos,

es decir, debemos reconocer la relación

esencial, vital, providencial, que une a la Virgen

y a Jesús, que nos abre el camino

que nos conduce a Él” 

 

Pablo VI, 24.04.70

 

1.   INTRODUCCIÓN


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Guardamos en la mente y en el corazón como tesoro de familia, las

raíces que nos fundamentan como Instituto educativo. Una de ellas,

el sueño de Juanito Bosco a los nueve años, y otra, las palabras que

la Virgen dirigía a María Mazzarello en el Borgo Alto aquella mañana:

“A ti las confío”.

 

La presencia de María marca nuestros orígenes y con ello nuestro

modo de ser y de actuar del Instituto que tiene como tarea y misión

la educación de la niñez y la juventud.

 

Nunca está de sobra hacer memoria de este Sueño fundamental en la

vida de S. Juan Bosco y en la nuestra.

 

“Me pareció estar cerca de mi casa; en un amplio patio en el

que una gran muchedumbre de niños se divertían. Unos reían,

otros jugaban, no pocos blasfemaban. Al oír aquellas

blasfemias, me arrojé inmediatamente en medio de ellos,

empleando mis puños y mis palabras para hacerlos callar. En

aquel momento apareció un Hombre de aspecto venerando, de

edad viril, noblemente vestido. Un manto blanco cubría toda

su persona y su rostro era tan resplandeciente, que yo no

podía mirarlo con fijeza. Me llamó por mi nombre y me ordenó

ponerme al frente de aquellos muchachos con estas palabras:

 

-     No con golpes sino con la mansedumbre y la caridad

deberás ganarte a esos amigos tuyos. Ponte, pues,

inmediatamente ha hacerles una instrucción  sobre la

fealdad del pecado y la belleza de la virtud.

 

Confuso y aturdido repliqué que yo era un pobre niño

ignorante; incapaz de hablar de religión a aquellos jovencitos.

En aquel momento los muchachos cesaron en sus riñas, gritos

y blasfemias, rodeando al que hablaba. Yo, sin saber lo que me

decía, añadí:


 

 

 

 

 

-     Quién sois vos que me mandáis cosas imposibles?


8


-     Precisamente              porque          te       parecen           imposibles,             debes

hacerlas posibles con la obediencia y con la adquisición de

la ciencia.

-     ¿Dónde y con qué medios podré adquirir la ciencia?

-     YO  TE  DARÉ  LA  MAESTRA  BAJO  CUYA  GUÍA  PODRÁS

LLEGAR A SER SABIO Y SIN LA CUAL TODA CIENCIA ES

NECEDAD.

-     Pero, ¿quién sois vos que me habláis de esa manera?

-     Yo  soy  EL  HIJO  DE  AQUELLA  A  QUIEN  TU  MADRE  TE  HA

ENSEÑADO A SALUDAR TRES VECES AL DÍA.

-     Mi madre me ha dicho que no me junte con quien no

conozco sin su permiso; por eso decidme vuestro nombre.

-     MI NOMBRE,  PREGÚNTASELO A MI MADRE.

 

En aquel momento vi  junto a Él una Señora de majestuoso

aspecto, vestida con un manto que resplandecía por todas

partes como si cada punto de él fuese una fulgidísima estrella.

Al verme cada vez más confuso en mis preguntas y

respuestas, ME INDICÓ QUE ME ACERCARA A ELLA; Y

TOMÁNDOME DE LA MANO BONDADOSAMENTE:

 

-     ¡Mira!, me dijo

 

Observé atentamente a mi alrededor y me di cuenta de que

todos aquellos niños habían desaparecido y en su lugar vi una

multitud de cabritos, perros, gatos, osos y otros animales

diversos.

 

-     He aquí el campo en que debes trabajar, continuó diciendo

la Señora. Hazte humilde, fuerte y robusto, y lo que veas

que en este momento sucede a estos animales, tendrás tú

que hacerlo con mis hijos.

 

Volví entonces a mirar y he aquí que, en lugar de los animales

feroces aparecieron otros tantos corderillos que, retozando y

balando, corrían a rodear a la Señora y al Señor como para

festejarlos.

 

Entonces, siempre en sueños, COMENCÉ A LLORAR Y ROGUÉ A

AQUELLA SEÑORA, que me explicase el significado de todo

aquello,          pues         yo       nada        comprendía.             ENTONCES        ELLA,

PONIÉNDOME LA MANO SOBRE LA CABEZA, ME DIJO:

 

-     A SU TIEMPO TODO LO COMPRENDERÁS.


 

9

 

Dicho esto, un ruido me despertó y todo desapareció.                                            (  M.B.

Tomo I pp.122-126)

 

Jesús, es quien entrega a María como la verdadera Maestra. No es

difícil hacer referencia a la entrega que Jesús en la Cruz hace de

María al discípulo amado, por coincidencia llamado Juan también. 

Ella es quien muestra el campo, los métodos, los cambios, los modos

y las actitudes que deben hacer de Juanito, el pequeño pastor, el

sacerdote Juan Bosco  EDUCADOR.

 

Es la voz de María quien da también a María Mazzarello el mandato

de educar a las jóvenes… Es Ella quien se las confía, quien se las

entrega para su crecimiento y maduración.

 

No es para nosotros un añadido, una novedad, o un acomodaticio el

dato  que María sea para nosotras ‘LA MAESTRA’. Ella se convierte en

la EDUCADORA de los educadores. Ella, es quien está a las raíces de

nuestra metodología y pedagogía educativas.

 

Además, cada una de nosotras, en lo particular, tiene la historia de la

intervención educativa de María en su vida y trabajo apostólico al

servicio de las nuevas generaciones.

 

Hacer memoria, no es únicamente traer a nuestra mente el pasado.

Nos sirve hoy, para salir de la obviedad, del determinismo y dar un

nuevo significado a nuestra existencia a un nivel más profundo de

conciencia, acogiendo con un corazón agradecido y crítico el

patrimonio de los valores y experiencias de las generaciones que nos

han precedido, con el compromiso de hacerlo crecer y compartirlo a

las venideras.

 

Nos impulsa a ser una de las generaciones de la fe y del carisma que

quiere ofrecer la riqueza de la esta herencia a las futuras

generaciones mediante el compromiso educativo.

 

Después de un siglo podemos contemplar lo que YA ha sucedido, un

tesoro de hermosas realizaciones en la entrega a  la juventud, pero

podemos intuir un futuro lleno de promesas, y como nos decía Juan

Pablo II, tenemos un rico futuro que construir a favor de esta

juventud con los desafíos y los retos que hoy nos presenta en el

contexto histórico en el que vivimos, sin añoranzas de un pasado

mejor, sino con la valentía de la confianza y la esperanza que este

HOY nos ofrece un mejor futuro para las siguientes generaciones.

 

 

 

 

2.   MARÍA, UNA PRESENCIA QUE MADURA EN LA HISTORIA

DE NUESTRAS RAÍCES.


10

 

 

 

 

En el itinerario mariano de Don Bosco, Don Aubry, ha señalado tres

etapas progresivas, que se contemplan en el amplio panorama de la

intervención extraordinaria de María en la vida de nuestro santo. 

 

En la primera etapa, es decir, al inicio de la vida de Juan Bosco, en el

origen de su vocación y misión, María se revela como “la Buena

Pastora de los jóvenes”. El sueño de los nueve años se repite en esta

etapa con algunas variantes y determinó la búsqueda de lo que sería

su misión en la vida. Cristo Jesús le entrega a María en esta etapa,

como “sierva de Cristo,  Buen Pastor”, y Madre de “sus hijos y

hermanos”

 

En la segunda etapa al origen de la obra salesiana, se reveló como “la

Buena Pastora Inmaculada”. Esta advocación no sólo porque era el

momento de la proclamación del Dogma de la Inmaculada; ni porque

el 8 de diciembre de 1841 tuvo su primer encuentro con Bartolomé

Garelli; ni porque entre los primeros diez y seis salesianos del inicio,

quince pertenecían a la Compañía de la Inmaculada, fundada por

Domingo Savio. Ni siquiera porque las primeras Hijas de María

Auxiliadora provenían del grupo selecto de las Hijas de la Inmaculada

de Mornese; sino porque la obra educativa supone la liberación del

pecado como condición para un crecimiento armónico y equilibrado. 

Y también, porque supone en los educadores, una pureza vigorosa,

que los haga disponibles y coherentes con lo que proponen. Es

importante comprender que el título de Inmaculada en nuestros días,

no debe leerse como “sin mancha” como lo veremos el último día,

sino porque expresa un equilibrio y armonía en la persona que la

hace libre y liberadora que ve a María como el prototipo de este

equilibrio y armonía capaz de proponerse como modelo en la obra

educativa.

 

En la tercera etapa, en el origen de la expansión de la obra  y la

Familia Salesiana, la “Buena Pastora Inmaculada” reveló su rostro

definitivo: AUXILIADORA DE LA IGLESIA.

 

¿Qué impulsó a Don Bosco, a elegir este título en los últimos 25 años

de su vida?

Coincidencias históricas,  intervenciones extraordinarias como los

sueños y revelaciones,  razones de orden práctico, apostólico y

pastoral, y por tantos hechos y apoyos recibidos de sus bienhechores

y del mismo Pío IX, leídos a la luz del Espíritu Santo. Don Bosco,

asume más o menos en el 1862, el culto definitivo a María bajo el

título de AUXILIO DE LOS CRISTIANOS.

 

Rápidamente la fisonomía espiritual de Valdocco se orientó hacia esta

nueva advocación. Durante el decenio de 1865-75, Don Bosco


11

 

descubrió por completo el rostro de María, y a su luz, toda la

amplitud de su obra carismática. La Pastora de I Becchi, la

Inmaculada del 8 de diciembre de 1841, era ya la Auxiliadora de la

Iglesia Universal, que hacía surgir una obra apostólica a favor de la

Iglesia.  Es importante señalar que para Don Bosco el título de

Auxiliadora no fue una devoción a propagar sino el fruto de una

experiencia personal y una lectura existencial del camino recorrido. 

 

Es característica la relación vital de Don Bosco con María a lo largo de

toda su vida: nace en la familia, se alimenta en el camino sacerdotal

y se consolida en su acción educativa. María es la Mujer y la Madre

que en unida a Cristo su Hijo colabora en su misión de salvación; su

maternidad la hace atenta y cercana a los hijos de su Hijo.  Esta

maternidad eclesial que se expresa en la L.G. VIII, Don Bosco ya la

había intuido vivamente, basta recordar el gran cuadro de la Basílica. 

 

Para Don Bosco, honrar a María, era ser fiel a su vocación de

educador de jóvenes. No se contenta con nutrir para ella una

devoción filial, sino que este afecto lo lleva ha hacer de Ella, la

inspiradora, la guía, la maestra y una presencia viva que alienta su

obra educativa.

 

La devoción mariana, por tanto, está en estrechísimo intercambio con

la misión salesiana, como compromiso y programa de vida, en el

Oratorio, entre los jóvenes y entre los miembros de las  familias por

él fundadas. 

 

 

 

 

3.   ALGUNOS RASGOS MARIANOS EN LA GÉNESIS DE

NUESTRO INSTITUTO.

 

 

Nuestro Instituto surge en los años de la madurez apostólica, humana

y espiritual de Don Bosco, en los mismos años en los que la Basílica

de María Auxiliadora está en construcción, el grandioso templo de la

inscripción profética: “Haec est domus mea, inde gloria mea”.

 

Don Bosco el 24 de abril de 1871, manifestó al Consejo su

pensamiento de fundar un instituto femenino, y les invitó a que

después de un mes de oración y reflexión, le dieran su parecer. Por

otra parte, ya venía madurando desde una decena de años la relación

entre Don Bosco y el grupo de la Inmaculada de Mornese, dedicadas

a la promoción humana y cristiana de las chicas del pueblo. 

 

Para este grupo, la devoción mariana, fundamentada firmemente en

la teología de Frassinetti, se apoyaba  en el rol insustituible de María

en la vida de todo cristiano que les llevaba  no sólo a contemplar las


12

 

virtudes de María, sino hacerlas parte de la propia vida,

traduciéndose en un compromiso de apostolado eclesial.  De este

grupo selecto, Don Bosco invita a algunas a practicar una regla de

vida en común con el propósito de consagrarse a Dios como

religiosas. 

 

La fundación sucede el 5 de agosto del 1872 fiesta de  Nuestra

Señora de las Nieves, una real prolongación de la Basílica de Turín,

hecha de piedras vivas. 

 

En Don Bosco el culto a María se hace vida, se concretiza colaborando

en realización del Reino de Dios por medio de la educación.

 

La Basílica de María Auxiliadora, da gloria a Dios por las maravillas

realizadas en María. El Instituto de las Hijas de María Auxiliadora da

gloria a Dios haciendo memoria viva en sus miembros de la presencia

viva de María en su vida de consagración y apostolado.

 

En el contexto de las numerosas congregaciones religiosas nacidas en

el siglo XIX, la nuestra lleva el sello de reconocimiento y gratitud,

como “monumento vivo”. Por eso desde los orígenes el sello mariano

no puede disociarse de su apostolado y misión.

 

En la obra de configuración con Cristo, meta de la educación

cristiana, María tiene de hecho un papel insustituible, subordinado

desde luego al de Cristo.  María no sólo ha estado presente en el

inicio del Instituto, sino sigue presente en la realización del trabajo

apostólico y pastoral que el Instituto desempeña, trabajando por

formar a Cristo en el corazón de las y los jóvenes con quienes

trabajamos.

 

 

 

 

4.   ¿QUIÉN         SOIS VOS                QUE       ME      MANDÁIS         COSAS

IMPOSIBLES?

 

 

Frente a las dificultades que hoy experimentamos en el campo

educativo, muchas veces tenemos la sensación de estar ante retos

imposibles como Juanito Bosco. Señalamos en nuestra Planeación los

que nos parecen más significativos y que responden no sólo a la

nuestra realidad, sino que son sentidos a nivel global:

 

 

     Reafirmar la fe y la primacía de Dios ante el

postmodernismo y esoterismo actual.


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     Formar en el protagonismo laical para construir

comunidades eclesiales significativas.

 

     Ayudar a formarse una identidad y un proyecto de vida

que responda a la necesidad de sentido.

 

     Apoyar para una vida familiar amorosa y responsable

frente a la desintegración y fragmentación que

vivimos.

 

     Preparar para una ciudadanía responsable y ética.

 

 

La profundización de una espiritualidad mariana que tenga incidencia

en el campo educativo, hace volver nuestros ojos a la teoantropología

cristiana que nos permita tener un rumbo claro y unas líneas precisas

que nos permitan a los educadores y a los jóvenes encontrar 

caminos seguros bajo la dirección de la Maestra que hará que la

ciencia no se vuelva necedad.

 

Es indispensable recuperar la brújula cristiana de teoantropología

que, con sus cuatro puntos cardinales nos permita navegar seguros

en este nuevo milenio e ir “mar adentro” en nuestra tarea educativa. 

 

“La antropología cristiana es la conciencia del significado y valor del

ser humano a la luz de la Palabra de Dios. De suyo, el objeto propio

de la revelación, es el Misterio de la Trinidad, conocido por medio de

la Encarnación del Hijo de Dios. Esta revelación, no sólo da a conocer

quién es Dios, sino quién es el ser humano, y el plan de Dios sobre

él. En Cristo, el hombre descubre su vocación definitiva, porque el ser

humano, no sólo es objeto de la revelación de Dios, sino también

sujeto.

 

Son cuatro los pilares fundamentales de la antropología cristiana,

altamente paradigmáticos en una cultura postmoderna como la

nuestra, que está poniendo en juego una serie de acciones socio-

políticas-culturales, para borrar la identidad del hombre y de la mujer

tal como se nos ha entregado en la Revelación.

 

1º. Ante todo el hombre es el centro y vértice de la creación,

hecho a imagen y semejanza de Dios. En los tres primeros

capítulos del Génesis se afirma este principio bíblico, que es la

base de toda la antropología cristiana.

 

2º.  La humanidad desde su inicio se constituye en la relación

hombre-mujer: “hombre y mujer los creó”  Esta humanidad

sexuada es la que se declara explícitamente como imagen y

semejanza de Dios.


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Esta diferencia fundamental encierra un  significado esponsal y

está orientada a la comunión en el amor, en el que el hombre-

persona se convierte en un don, llegando así la plenitud de su

persona,  en semejanza a las relaciones Trinitarias que son

comunión de amor. 

 

3º. El ser humano está llamado a cristificarse, contando con la

gracia de Dios y respuesta libre del hombre; sólo así realiza en

plenitud el ser imagen y semejanza de Dios. Esta es la vocación

suprema del ser humano.

 

4º. El hombre es una persona abierta a la trascendencia.

Siendo criatura no es como las otras criaturas. Es un ser creado

por amor y amado por sí mismo, con el que Dios continuamente

dialoga. Dios se dirige a él como  persona.  En  el  hecho  de  ser

persona reside la absoluta dignidad y valor del ser humano, que

supone sobre todo la libertad, como posibilidad de apertura

dialogante con Dios, con los demás, con el mundo. 

 

La cultura postmoderna que ha difundido capilarmente en todas sus

estructuras y mensajes una interpretación nihilista del hombre, como

ser unidimensional, “desteologizado”. El “relativismo” además, niega

la existencia de la verdad y del bien.  Estas corrientes se oponen

frontalmente a  la revelación cristiana, frente a este pensamiento

débil y radicalmente ateo, la antropología cristiana es en verdad una

“buena noticia”, que lleva  esperanza ahí donde hay desesperación;

luz donde hay tinieblas; amor donde existe odio; vida donde sólo hay

muerte, verdad donde hay mentira.

 

El hombre de la revelación cristiana no es el hombre sin horizontes, o

con horizontes vanos como espejismos del desierto; sino que es

completa y total apertura al horizonte divino, humano y creatural.

 

María, es, en este sentido, el paradigma antropológico por excelencia.

Jesús, aunque como dice la G.S.  ‘ha trabajado con manos de

hombre, pensado con mente de hombre, actuado con voluntad de

hombre, y amado con corazón de hombre, no deja de ser Hijo de

Dios, donde humanidad y divinidad se han hecho una unidad.

 

María en cambio, es una persona sola y únicamente humana que

realiza plenamente el proyecto de Dios Trinidad en una concretez

histórica. En María, la humanidad alcanza el culmen de la perfección y

belleza. Indica a la humanidad entera la meta a alcanzar, es icono del

futuro, del futuro de todo ser humano, si acoge la gracia, como Ella la

acogió. 

 

En nuestra cultura cristiana, María no es un adorno, sino la propuesta

concreta de un sistema de valores antropológicos.   En la cultura


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postmoderna,  la figura de María es representativa, porque

descubrimos en ella “una maestra de los valores” en esta noche

valorial que vivimos. “ (cfr.  María de Nazareth, Paradigma de la

Antropología cristiana.  Angelo Amato). 

 

Por eso, nadie como Ella es quien puede darnos la pedagogía para

alcanzar esas metas educativas indispensables, y que tenemos

claramente expresadas en nuestra Planeación, en las Estrategias, 

que    si    las    analizamos    corresponden   a    estos    fundamentos

antropológicos. 

 

Jesús nos vuelve a decir:  “Yo te daré la Maestra bajo cuya guía

podrás llegar a ser sabio y sin la cual toda ciencia es

necedad”.

 

Este es un momento propicio para volver y para vivir nuestras raíces

cristianas y carismáticas, como Don Bosco y M. Mazzarello, la

auténtica devoción a María nos lleva a acciones concretas para formar

hombres y mujeres que puedan responder a las expectativas de

transformación que la historia nos está pidiendo.

 

La memoria de un detalle de nuestros orígenes puede sernos

paradigmático. Aun sin conocerlas personalmente, pero por referencia

de Don Pestarino, Don Bosco manda a María Mazzarello y a Petronilla

un escrito y unas medallas que son la expresión de su más auténtica 

espiritualidad mariana: “Rezad sí, pero sobre todo haced mucho bien”

…. Medallas que expresan un amor y una devoción,  pero sobre todo

la determinanción de hacer el bien y construir el Reino de Dios. 

 

María en el sueño de los nueve años es muy clara en la orden de

acción ante los animales (pérdida de la identidad humana)  en que se

han convertido los jóvenes:  “He aquí el campo en el que debes

trabajar”        y la pedagogía a usar:       “Hazte humilde, fuerte y

robusto…”       y ante la impotencia manifestada en llanto de Juanito

que nada entendía, tiene un gesto de ternura materna: “Entonces

Ella, poniéndome la mano sobre la cabeza, me dijo: A su

tiempo lo comprenderás todo”.  Actitud que asegura la cercanía y

la conducción con la que  concluye este sueño que da valor y

consistencia, no sólo a la vida y  a  la  obra  de  Juan  Bosco  como

individuo, sino también para todos aquellos que, por don del Espíritu,

religiosos o laicos, estamos llamados a trabajar hoy con más ardor,

valor y confianza que nunca en el campo de la educación de los

jóvenes.

 

 

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